21 de enero de 2013


Carta Pública / Familia que habita hace más de 20 años en la región.....

QUEREMOS VIVIR EN PAZ….
“Aquí la situación es prácticamente de guerra….”

Queridos amigos:
Les escribo para contarles lo que nos está pasando aquí, en la zona en que vivo junto a mi familia hace más de 20 años.
Vivimos en el campo, a 30 km. al norte de Temuco. Estamos ubicados, más específicamente, a sólo 2 km. del drama que acaba de pasar con la casa quemada y el matrimonio Luchsinger  Mackay que murió ahí. Somos amigos de su hijo  Jorge Andrés, y de su señora, Francisca, se imaginarán como están ellos. Él habló con su mamá esa madrugada, lo llamó aterrada escondida en el clóset de su pieza, pidiéndole que fuera a ayudarla. Cuando llegó, ya era muy tarde...
Nosotros sentimos que este tema no se conoce en Santiago y en el resto del país, o se desconoce, porque pareciera que las personas de los campos son los "dueños de fundo" abusadores, los victimarios, siendo que somos las víctimas. Nos parece tan raro que a los medios en Santiago no les importe, que no haya corresponsales permanentemente en la Araucanía porque lo que pasa acá es gravísimo.
Aquí la situación es prácticamente de guerra, no hay un día del año que no pase algo (tomas de campos, quemas, amenazas, animales robados, cercos de campos que se abren y que se cosechan, se cortan árboles o se echan animales a comer el pasto) y vivimos con un terror permanente. Yo no tengo otra casa, esta es mi casa desde hace más de 20 años junto a mi marido y mis 4 hijos, estamos en la situación de miles de otros agricultores que no saben qué hacer. Antes de Navidad, dos casas fueron también quemadas, hasta a los perritos de compañía los echaron al fuego, después de desvalijar la casa y pegarles a sus dueños, esto aquí es pan de cada día.
 Los agricultores dan trabajo en la zona, producen, y son víctimas de este grupo absolutamente minoritario, porque convivimos diariamente en paz con muchos mapuche que son gente buenísima y que se sienten avergonzados y tristes por esto que pasa y que, ellos mismos, tampoco pueden hablar porque están amenazados por los otros mapuche, los violentistas, que muchas veces ni siquiera son de la región.
A mi cuñado le quemaron un galpón con maquinarias, con enormes pérdidas, hace un año atrás, a un km de donde nosotros vivimos. Desde entonces, tenemos dos carabineros en el campo, porque allí dejaron banderas inscritas, amenazando con quemarnos a nosotros después. Quizás no se atrevan a venir a quemarnos la casa porque aquí hay presencia policial, pero pueden quemar la cosecha o un galpón: entonces perderíamos todo, porque, igual como pasó a mi cuñado, en esta zona los seguros ya no aseguran las cosechas, ni los galpones... hace más de 30 años que mi marido contrataba el mismo seguro, este año se lo negaron. Estamos a la merced de estas personas, con mucho miedo.
Les cuento todo esto, porque, así como va, va a terminar muy mal, y pensamos que la única manera de presionar al Gobierno y hacer entender a la opinión pública de la situación de violencia cotidiana que se vive acá es que se sepa por ejemplo, de alguien que vive aquí y convive a diario con este problema.
Hay gente que a uno le dice "váyanse de ahí" o "véndanle a la Conadi". Pero no es tan fácil, estos son campos trabajados durante años por las mismas familias que no han hecho nada más que esto por generaciones, campos buenísimos que producen muy bien y no se pueden vender así como así, como quien vende un auto. Por otra parte, toda esta presión violentista es justamente para eso: para obligar a la gente a vender... No puede ser que esta violencia justifique ese fin. 

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