Diputada María Angélica Cristi M.
Discurso Pronunciado en el Consejo General de la UDI.
Discurso Pronunciado en el Consejo General de la UDI.
Enero
2013.
Quiero aprovechar
la extraordinaria oportunidad que me entrega el Consejo General de la UDI, para
reflexionar sobre distintos hechos que marcan nuestro presente y que deben ser atentamente
observados con miras al futuro que esperamos y queremos para nuestro país.
Lamentablemente, esta alegre ocasión se ve empañada por el
sufrimiento que padecen nuestros compatriotas en la Araucanía, quienes se
sienten temerosos e indefensos ante los terribles ataques que han sufrido a
mano de grupos terroristas. Quiero
expresarles a todos quienes han sido víctimas de tan recrudecida violencia, mi
más profunda solidaridad en su dolor. En igual forma a las víctimas de las
distintas comunidades del pueblo mapuche, que ciertamente no avalan ningún tipo
de violencia.
Nuestro sector político tiene cierto grado de responsabilidad en
el descontrol y situación de anarquía
que se vive, no sólo en el sur de nuestro país. Como alianza hemos caído, desde
hace varios años, en un estado de pasividad contemplativa, que ha sido
utilizada por la izquierda para infiltrar a diversos grupos ideologizados en nuestra
sociedad, utilizando las necesidades de las personas como argumento para
justificar ilegítimos actos de violencia y/o terroristas, los cuales recuerdan
un pasado que no parece tan lejano.
Creo firmemente que nuestro mayor pecado ha sido dejar espacios libre
a la izquierda con el consiguiente resultado de que se auto atribuyan una exclusiva, sesgada y dudosa, defensa de
los derechos humanos. Este espacio ha sido muy bien aprovechado por activistas,
quienes en una acción concertada en nuestra contra, nos sindican como autoritarios y trasgresores de derechos
humanos, en nuestro intento de reprimir
actos delictuales que claramente violan los derechos fundamentales de las
personas.
Así, el Instituto Nacional de Derechos Humanos, organismo financiado
por el Estado, se ha avocado a la defensa de violentistas y extremistas,
careciendo de total consideración con las víctimas y con quienes se encargan de
resguardar el orden y seguridad público, me refiero especialmente a Carabineros
de Chile, quienes son permanentemente acusados de uso excesivo de la fuerza,
aún en situaciones extremas que revisten peligro para la sociedad.
Resulta insólito que quienes iniciaron la violencia en nuestro
país, quienes vulneraron la democracia y quienes nos tuvieron a punto de una
guerra civil, sean hoy los referentes en la defensa los derechos humanos.
Debemos ser valientes y directos en la defensa del orden y
seguridad pública, como así también de los valores cristianos que sustentan
nuestra patria, nuestras familias y nuestra sociedad.
Los grupos de izquierda y
la concertación en general han faltado a la verdad en el relato de la historia de
Chile, durante las últimas décadas. La han transmitido a través de museos,
películas, consignas ideológicas, logrando construir una historia que persuade y concientiza, sobre todo a los jóvenes, al
relatar una realidad que omite y
tergiversa los hechos del pasado, tal como sucedieron.
En este mismo sentido, creo que es una obligación para nosotros
preocuparnos de forjar y fortalecer el liderazgo de nuestros jóvenes, quienes
en el futuro tendrán la responsabilidad de defender nuestra verdadera y única historia.
Las nuevas generaciones deben tener las herramientas para
enfrentar a las juventudes comunistas, plagadas de liderazgos que insisten en
recrear las odiosidades, y quienes construyen sus carreras políticas sembrando
la división y utilizando los problemas sociales como bandera de lucha en
beneficio propio.
Me pregunto, ¿Alguno de nosotros manifestará públicamente su
molestia ante la visita del juez Baltasar Garzón al museo de la memoria? Alguno
de nosotros expresará públicamente y abiertamente su rechazo a la venida de Raúl Castro a nuestro país? A quien
probablemente se le rendirán honores.
Es tarea pendiente para nuestro partido, los parlamentarios y en
especial, para quienes se incorporarán por primera vez al Congreso, rechazar
vehementemente el doble estándar de la izquierda, y reforzar nuestra unidad
como sector político. Es imperioso, en aras de la paz social, buscar los
caminos de reencuentro, reconciliación y reposición de nuestra verdadera
historia.
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