Newsletter Junio - Julio 2013
Erradicando la violencia familiar con amor y compromiso |
La familia es, sin duda, el lugar en que el ser humano encuentra su refugio de la mayor protección, acogimiento, cuidado y amor. Es allí donde los hijos se forman y se socializan desde su nacimiento, a través de un proceso en que sus padres les traspasan e inculcan modelos de conducta y de afectividad, además de los valores y principios con los cuales se desarrollarán como persona para enfrentaran su vida futura.
La última encuesta del Instituto Libertad y Desarrollo demostró que un 94% de los chilenos consideran que su familia es lo más valorado e importante para alcanzar la felicidad. La misma encuesta demostró que el matrimonio conserva su vigencia como institución a través de un compromiso para toda la vida.
Nos preguntamos entonces por qué en la actualidad tantas familias en nuestro país se ven a diario amenazadas y quebrantadas por la violencia intrafamiliar. Un altísimo porcentaje de las mujeres admite haber sido alguna vez víctima de violencia física o sicológica. Muchas de ellas prefieren el silencio y asumir el dolor de las consecuencias.
Esta afecta especialmente a la mujer y su triste realidad es tanto más dolorosa porque proviene de quienes más amamos y es por la misma razón que se perdona y que posteriormente muchas veces se repite. Desafortunadamente estas conductas tan negativas y dolorosas, se transmiten e internalizan en los hijos, incluso en los más pequeños quienes, con seguridad, verán afectada su autoestima, su crecimiento, su inteligencia emocional y espiritual y lo que es más grave aún este tipo de conducta aprendida se puede repetir en su vida de adultos.
Siendo la familia la primera y principal escuela de la vida, los modelos de conducta aprendidos se traspasan, si hay violencia en el hogar, lo más probable es que la violencia que vivimos como sociedad sea producto del debilitamiento del núcleo familiar. Esto es lo que denomina el ciclo de la violencia. Se irradia y rompe el tejido social, lo vemos en los colegios, desde temprana edad, falta de respeto a los profesores, el bullying, la violencia en las calles, agresión a Carabineros y al final a los propios padres. Una persona violenta no puede ser una persona feliz.
Desde el punto de vista legislativo se han aprobado numerosas leyes que judicializan y penalizan a los agresores de violencia intrafamiliar, incluso se legisló, en una situación tan extrema y dramática, como es la figura del “femicidio”. Se han facilitado los sistemas de denuncia y el otorgamiento de las medidas cautelares para impedir que el agresor se acerque a la víctima. Se han creado Centros de Atención a las víctimas, numerosas ONG de apoyo, pero aun así todas acciones son insuficientes.
A propósito de lo anterior es que se hace necesario y urgente identificar las causas profundas que generan las conductas violentas, las cuales se inician con la violencia verbal, con el propósito de enfrentar, buscar rumbos y políticas para impedir que esta avance y produzca aun más daño en la familia y por ende en la sociedad. El camino es pedregoso y difícil y no es fácil desprenderse de conductas aprendidas. Sin embargo se hace urgente iniciar acciones que promuevan cambios culturales, más allá de lo realizado a la fecha. Como por ejemplo iniciar en los establecimientos educacionales, programas y talleres de convivencia y respeto a nivel escolar, para niños desde muy pequeños en compañía de sus padres.
Un factor determinante de la violencia intrafamiliar es el debilitamiento y la falta de apoyo a la familia, el aumento de la convivencia, la disminución de los matrimonios y el aumento de los divorcios entre otros. De hecho situaciones tan dramáticas como el femicidio es más frecuente en parejas que conviven que en aquellas con vínculo matrimonial. Con el matrimonio desechable se pierde la fuerza del compromiso para toda la vida, el amor incondicional, el respeto que se deben los cónyuges, la responsabilidad frente a los hijos y el apoyo mutuo frente a las vicisitudes de la vida.
Es nuestro deber como sociedad, y como la han hecho muchos países en el mundo, fomentar y proteger a la familia promoviendo entre otros formas de conciliación de la vida familiar y laboral, fomentar la corresponsabilidad de ambos padres en el cuidado de los hijos, velando siempre por el interés superior de los niños y protegiendo a sus miembros a través de la prevención y de la rehabilitación de factores incitadores de quiebres emocionales y económico como pueden ser el alcoholismo, y/o adicción a las drogas, entre otros y que con tanta fuerza inciden en la violencia y destrucción de la familia.
Se trata entonces de buscar todos los caminos posibles para que la familia sea siempre lo mas importante en nuestras vidas y coincidente con la encuesta que así lo consigna, esta sea resguardada como el bien más preciado, donde siempre debe primar el amor y el compromiso, evitando desde la primera señal que la violencia irrumpa en nuestro núcleo familiar y en nuestra vida.
María Angélica Cristi
Diputada, presidenta de la Comisión de Familia de la Cámara de Diputados
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